Y si Shakespeare fuera mujer, si viviera en el siglo XXI;
heroicamente le pondría al coro el sufrimiento cómico de la histeria, la
abulia y la precarización del deseo que abundan en las aburridas y
urbanas historias de amor, de un tirano que ataca con la nada misma y
una antihéroe que se exaspera con la inacción y responde con parábolas
ridículas sobre el alcohol y el chocolate.
"Cómo querés verme? De joda y pasándola bien para buscarme? O bien triste esperando que me busques?
Me pone indecisa que no sepas y no saber. Ay qué confuso es todo; hoy
me desperté con calor pero no era calor! Era que la sábana es muy
pesada. No te pongas pesado, mejor decime si preferís esto o aquello.
Puedo seguir postergando, no es ningún tortuoso aletargo como decía el
filósofo. Si tengo con quien dormir hoy, puedo agarrar el palo y estirar
la magia hasta que entre en la fuente, si es necesario pongo aceite en
la punta de mis dedos. No tengo problema, siempre fui de adaptarme. El
problema está en que, un día, postergar solo va a ser un mal hábito de
los que viven de excesos y vicios; los honrados, los bobos tal vez,
quisiéramos dejar de aletargar momentos, algún día, tal vez el mismo en
que soñamos mejorar el mundo, soñamos con hacerlo desde el amor. Por eso
te digo, bobos! Pero mientras, esperaré y defenderé el deseo ante
cualquier injuria, y podés contar que lo intenté. Reirte, horrorizarte,
todo podés. Yo igual estoy muy tranquila ahora, para no decir gorda. "
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